La importancia de tener una fuente inspiradora

Comienza el mes de marzo, y con el inicio de cada mes buscamos una frase que nos motive.

Hoy también quiero compartir un cuento de Jorge Bucay, médico y escritor argentino.

Seguramente también lo conozcan,  porque aquí en España, dirige la revista Mente Sana.

Como este cuento tiene algunas palabras muy argentinas, me he permitido  cambiarlas para que se comprenda mejor.

Estos días he recibido muchas llamadas de clientas con muchos temores sobre la situación actual y estos meses con menos trabajo que otros o que cerca han  abierto un  centro tipo franquicias con precios más bajos.

Realmente  a mí en algunas ocasiones me pasa lo mismo.

Pero tengo un pequeño  truco. Siempre tengo cerca algún cuento o personaje o historia real que me inspira y motiva.

Es importante que todos tengamos  uno. Por qué no lo buscas ??

Quiero compartir este cuento, que es uno de esos elementos motivadores que no me permiten nunca, nunca quejarme.

Espero que lo disfruten….

Su madre se había marchado por la mañana temprano y los había dejado al cuidado de Marina, una joven de dieciocho años a la que a veces contrataba por unas horas para hacerse cargo de ellos a cambio de unos pocos euros.
Desde que el padre había muerto, los tiempos eran demasiado duros como para arriesgar el trabajo, faltando cada vez que la abuela se enfermaba o se ausentaba de la ciudad.

Cuando el novio de la jovencita llamó para invitarla a un paseo en su coche nuevo, Marina no dudo demasiado. Después de todo, los niños estaban durmiendo como cada tarde y no se despertarían hasta las cinco.

Apenas escucho el claxon,  Marina cogió su bolso y descolgó el teléfono.

Tomo la precaución de cerrar la puerta del cuarto y se guardó la llave en el bolsillo. Ella no quería arriesgarse a que Pancho se despertara y bajara las escaleras para buscarla, porque después de todo tenía solo seis años y en un descuido podía tropezar y lastimarse. Además, pensó, si eso sucediera, ¿cómo le explicaría a su madre que el niño no la había encontrado?

Quizás fue un cortocircuito en el televisor encendido o alguna de las luces de la sala, o tal vez una chispa en el hogar de leña; el caso es que cuando las cortinas empezaron a arder el fuego rápidamente alcanzo la escalera de madera que conducía a los dormitorios.

La tos del bebe, debido al humo que se filtraba por debajo de la puerta despertó a Pancho. Sin pensar, Pancho salto de la cama y forcejeo con el picaporte para abrir la puerta, pero no pudo.

De todos modos, si lo hubiera conseguido, él y su hermanito de meses hubieran sido devorados por las llamas en pocos minutos. Pancho grito llamando a Marina, pero nadie contesto su llamada de auxilio.

Así que corrió al teléfono que había en el cuarto (el sabia como marcar el número de su mamá) pero no había línea.

Pancho se dio cuenta que debía sacar a su hermanito de allí.

Intento abrir la ventana que daba a la cornisa, pero era imposible para sus pequeñas manos destrabar el seguro y aunque lo hubiera conseguido aun debía soltar la malla de alambre que sus padres habían instalado como protección.

Cuando los bomberos terminaron de apagar el incendio, el tema de conversación de todos era el mismo: “¿Cómo pudo ese niño tan pequeño romper el vidrio y luego el enrejado con el perchero? ¿Cómo pudo cargar al bebe en la mochila? ¿Cómo pudo caminar por la cornisa con semejante peso y bajar por el árbol? ¿Cómo pudo salvar su vida y la de su hermano?”

El viejo jefe de bomberos, hombre sabio y respetado les dio la respuesta:

-Panchito estaba solo… No tenía a nadie que le dijera que no iba a poder.

 

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